Hace una semana, estábamos sumergidos en una Semana Santa.
No hace falta ser un buen historiador para darse cuenta que en la vida todo se
repite; y aunque ya no nos acordábamos
de la sensación de vacío que se nos queda el Domingo de Resurrección, la vida
nos lo vuelve a recordar un año más.
Volvemos a caer en la cuenta de que nada es eterno y que la
vida funciona por ciclos. Piensen que hace una semana, abríamos el llamador de
papel y nos sentíamos plenos al ver que aún era Martes Santo y que nos quedaban
muchos días por vivir. Así, poco a poco, llegó la Madrugá y con ella el Viernes
Santo, el amargo Viernes Santo.
Cuando quisimos abrir los ojos, la Semana Santa había pasado
de largo y no podíamos hacer nada para impedirlo. –Realmente si podemos.
Podemos hacer muchas cosas para que la espera nos resulte más agradable. Vivir
activamente la vida de nuestras hermandades nos hará mejores personas, y de
paso, nos ayudará a que la espera sea muy llevadera.
Sevilla en primavera es una ciudad maravillosa. Podría
escribirle a mi ciudad un millón de piropos, pero no valgo para eso ni es la
clave de este artículo. A pesar de lo maravillosa que es nuestra ciudad, cuenta
con la mayor cantidad de hipocresía jamás vista en ningún lugar del mundo.
Ahora la Sevilla cofrade se transforma en la Sevilla feriante, y la Semana
Santa queda apartada para muchos.
Diariamente se demuestra quiénes son los
verdaderos cofrades; y no se trata de vivir solamente la Semana Santa y no
vivir nada más. Tampoco se trata de solo escuchar marchas de Semana Santa. No
amigos, de eso no se trata. Se trata de tener siempre un huequito para ellos, y
si no se puede tener ese hueco en la agenda, que por lo menos se tenga en el
corazón.
Es muy triste caer en la hipocresía sevillana. No hay cosa más triste en este mundo. Es triste salir de nazareno simplemente por hacer lo que hace todo el mundo en Semana Santa. Muchos pueden decir: "En Sevilla eso siempre ha sido así", y yo les doy la razón, y eso también es triste.
En twitter por ejemplo, no hay que ser muy listo para darse cuenta de esta hipocresía. A medida que se va acercando la cuaresma, aumenta el seguimiento de los sevillanos a las cuentas dedicadas a la Semana Santa. Cuando la Semana Santa acaba, ese seguimiento se ve reducido, eso sí, los cofrades de verdad siempre están al pie del cañon y es algo digno de alabar.