martes, 29 de abril de 2014

Recuerdos de vida.

Y terminó otra Semana Santa que sin duda será para el recuerdo. Será para el recuerdo por muchas cosas, sobre todo porque, exceptuando el Domingo de Resurrección, todas las demás jornadas se salvaron de la lluvia, aunque no del calor.

Dentro de cada uno están esos momentos vividos, que se acumulan en nuestra alma que, para un cofrade, vive del recuerdo. Ahora media ciudad ansía la, para muchos esperada, feria; mientras que otra parte aún añora lo que hace unos días era la Semana Santa presente.

Ahora son días en los que debatimos sobre cuales son los aspectos que más y cuales los que menos nos han gustado.  Lo que siempre me gusta de la Semana Santa es que vuelvo a reencontrarme conmigo mismo y vuelvo a sentir esa sensación que solo tiento en esa semana y que quien fuera capaz de describirla se merecería un premio nobel; Todas las Semanas Santas son iguales pero a la vez distintas; hay distintos momentos que saborear, distintas marchas, distinto ambiente; pero la misma ilusión.

Los que menos me gusta es la gente que no respeta, y no solo me refiero a gente ajena a las hermandades; me refiero a la gente que incumple las reglas al hacer estación de penitencia. Dejemos de colaborar para que la Semana Santa sea un cachondeo y que las hermandades pongan orden en cuanto al comportamiento en la calle de los hermanos, que en muchas hermandades deja mucho que desear.

Parece que muchas personas hacen estación de penitencia para destacar entre los amigotes y para que les vayan a ver. Las hermandades no pueden a hacer nada, porque a priori todo el mundo tiene derecho a hacer estación de penitencia, pero si podrían endurecerse en cuanto a la conducta que deben permitir durante la salida de la cofradía, porque hay personas que con sus comportamientos pueden ensuciar el nombre de su hermandad, y no considero que ninguna hermandad se merezca cosas como las que se están viendo en estos últimos años por parte de algunos hermanos nazarenos.