lunes, 20 de mayo de 2013

UNA MEDALLITA DE LA MACARENA. Por @BoroTriana


“Prometedme una cosa… Dejad conmigo el billete… Esto es soledad… y duele”.


Mi mamá era de la Virgen Macarena. Mi papá de la Esperanza de Triana y del Cachorro. Esas son las cosas que hacen de Sevilla la ciudad que más amo y esos sentimientos compartidos son lo que hacen de la Semana Santa los días más felices de mi vida. A mi papá lo recuerdo subiéndome a hombros esperando al Dios que expira y muere mirando al cielo allí donde el Puente de Triana se entrega a Sevilla una tarde de viernes santo. A mi mamá, a ella, la veo entre penumbras sosteniéndome en sus brazos allí, en la Resolana, cerquita del arco, esperando impaciente que Ella venga cara a ella. Y porque cara a ella venía, también cara a mí lo iba haciendo entre sones macarenos.

Pero ahora ya han pasado los años. Ahora ni en los hombros de mi papá descargo el peso de mi infancia, ni los brazos de mi mamá sostienen la ilusión de ver acercarse a esos señores de plumas blancas en la cabeza, romanos armaos de lanza o de corneta o de tambor, preludio ya de la gloria de una noche de jueves santo que se consume sin querer hacia los albores de un viernes, santo también.

Ahora, en lo que os cuento, sucedió en un día mío y de mi mamá cuando su edad ya medraba el adiós, y yo volvía a Sevilla porque siempre vuelvo a Sevilla. Era cuando su mirada se perdía en el infinito y yo volvía a Sevilla. Era cuando su mano agarrotada envolvía una bola de trapo que la hacía mantener presta y yo volvía a Sevilla. Era cuando sus pies se negaban a caminar aunque su corazón sentía y yo volvía a Sevilla. Y en ese día, conteniendo emociones, le pregunté:

—    Mamá. ¿Qué quieres que te traiga de Sevilla?

No lo dudó un instante. Su voz, hilillo de fuerza consumida, brotó en un instante breve:

—    Una medallita de La Macarena —contestó balbuceando letras, que todas juntas, yo casi no acertaba a comprender.
—    Te lo prometo mamá —le dije entrecortadamente mientras la besaba.

Y a los días allí estaba Sevilla. Y a los días, allí, preciosa, La Macarena. ¿Sonreía? No sabría decirte. ¿Estaba triste? Depende de cómo la mirara. Entré a su Casa, esa que llaman Basílica aunque dicho así se me hace grande y yo la quiero más cerca. Me senté en el primer banco… Macarena… Era Ella, la Reina de mi mamá. Lucía blanco puntilla en el pecherín, brillante su corona y quietas, muy quietas las esmeraldas que a son de costalero tan graciosamente bambolean en cada Madrugá a son de un compás. Y pensé… Muy alta te tienen Macarena. Ya sé que será porque has de mirarlos a todos, aunque en este instante yo solo te quiera para ella.

Macarena… Mamá quiere que le lleve una medalla tuya… Ya ves, como si tantas no tuviera guardadas de esas veces sucedidas cuando ella misma era la que se sentaba aquí para rezarte. Pero ¿sabes Macarena? Esta la quiere para que prendidita en su mano se la lleve con ella al cielo. Por eso Macarena… solo una cosa te pido… hazle un hueco muy cerquita tuya. Ya sé Macarena, ya sé…


Ya sé que hay mucho sevillano
que ese trocito quiere,
pero… es tan grande tu manto
que… ¿no tendrás Supe lla iereete pidoo pasean la Madrug:
nsumida, brotnza Macarena.mpre la medalla que mi mam para ella un pliegue?

Y enjuagándome las lágrimas salí de la Capilla, y en un pequeño mostrador, entonces a la izquierda, compré la medalla que mi mamá apretó entre sus dedos durante algunos días, esos que transcurrieron antes de decirnos adiós y besar por fin la mejilla de su Esperanza. Su Esperanza Macarena.

Por eso le digo ahora lo que al principio le dije…

…Madre de corazón macareno,
a ti que un día cogiste el billete,
para ver desde el balcón del cielo
lo que en La Madrugá acontece.

Es Sevilla, Sentencia, Macarena,
romanos armaos que la anteceden.
Mientras, mi mano, una medalla aprieta
igualita es como la de tu cuello prende.
Mamá, cariño, ahora, cuán cerquita la tienes.







© Mayo 2013. BoroTriana para La Cera Fundida una noche, muy lejos, y pensando en ella en la fe de un CAMINO ROCIERO.

@LaCeraFundida