Parecía que era la hora, y era la hora. Parecía que
sería interminable, eterna y mágica. Más tan solo se cumplió lo último. Eterna
es en nuestros corazones, pero desde luego el tiempo no hace amigos.Ha
pasado ya más de un mes desde que acabara nuestro sueño, el que tanto anhelamos
y cultivamos durante todo el año. Nos sumergimos ahora en el mes de Mayo, mes
de María Santísima. Mes para quitarnos la túnica de nazareno y guardarla con
cariño.
Que la Semana Santa nunca acaba es algo evidente, pero la Espera, con
mayúsculas, tiene muchas etapas. El amante de la Semana Santa sabrá esperar,
porque, como una vez me dijo alguien, la Espera es lo más bonito que tenemos
los cofrades.
¿Procesiones? A porrones. ¿Calidad? Suprema. ¿Capirotes? Que
descansen hasta la próxima Precuaresma, que ya habrá tiempo.
El Carpe Diem
cofrade no deja tiempo apenas para pararse a mirar atrás. Una nueva etapa para
los capillitas vuelve a estas alturas en las que tanto Herodes como Pilato descansan apaciblemente.
Rocío,
Rocío, más Rocío y Corpus son algunas palabras clave que llegan casi sin avisar
en estas fechas cargadas de fiestas. ¿No será la misma aquella Virgen que salía
el Lunes Santo con verde manto y lágrimas en su rostro, que la que ahora espera
el retorno a su aldea vestida de Pastora?
Ante
nosotros, un año extraordinario, y bien extraordinario. Un sinfín de festejos y
cofradías de gloria que nos prepararán para una nueva y, Dios quiera que
soleada, Semana Santa.
@LaCeraFundida
Pepe Trashorras Martínez